La marihuana medicinal sigue siendo un mito. Sólo un reducido sector de médicos, científicos y estudiosos del tema, conocen los beneficios de esta planta como medicamento. Para el resto de los mortales no deja de ser un vehículo de diversión, evasión e incluso inspiración, en el mejor de los casos. Y vicio, corrupción o tabú, en el peor.
Pero seamos fieles a la realidad, el cannabis tiene importantes aplicaciones beneficiosas para la salud. Negarlo sería volver la espalda tanto al pasado como al futuro. La marihuana medicinal es un hecho.
A lo largo de la historia, la práctica totalidad de civilizaciones han considerado el uso de la marihuana con fines medicinales: desde China hasta la India, pasando por Egipto, Asiria, Persia, Tíbet, Grecia, Israel, y un largo etcétera, muestran evidencias documentadas de la marihuana aplicada al uso terapéutico. Veamos algunos ejemplos:
Se conservan tablillas de arcilla pertenecientes a los asirios, en las que se menciona el “Azallû” (semillas de cannabis) como remedio contra hinchazones, contusiones, enfermedades de los ojos, depresiones, impotencia, cálculos renales o para facilitar contracciones en partos difíciles. Los mismos asirios, echaban hachís sobre piedras calentadas al fuego, en habitaciones cerradas, para inhalar el humo y adormilarse.
El papiro Ebers, considerado el tratado médico más importante del antiguo Egipto, conservado hoy en día en la universidad de Leipzig, relata la aplicación del cannabis por vía oral, anal y vaginal.
El legendario emperador Shen.Nung, en un libro de fármacos escrito en el año 2.737 A.C., prescribe la resina del cáñamo como remedio contra la gota, el reuma, la malaria, la gripe y los desmayos. El “Ma”, que es como llaman los chinos a la marihuana, tiene una interminable lista de aplicaciones medicinales, por lo que se reconoce al cannabis como planta sagrada.
El Canon Medicinae, escrito por Ibn Sina en 1.012, es considerado hasta el siglo XVII la obra de referencia más completa de la medicina. En esta colección de libros árabes, se hace alusión al empleo de la marihuana para enfermedades como la epilepsia o la migraña.
En los tiempos de Buda (560 A.C.) se practicaban en el Tíbet complicadas operaciones de cráneo y abdomen utilizando como anestesia nuestra querida marihuana.
Los tracios, echaban al fuego la parte superior de la planta del cáñamo (las flores), con fines sedantes y somníferos.
En Grecia, Plinio el Viejo mantenía que las raíces del cáñamo hervidas en agua aliviaban los calambres y la gota, y que aplicado en crudo, calmaba las quemaduras. Su contemporáneo Dioscórides, autor de “Cáñamo cultivado”, tratado de farmacología que durante más de 1.500 años fue el principal referente en Europa, afirma que la marihuana es un buen remedio para el dolor de oído.
Para los Vedas no hay discusión sobre las propiedades curativas de la marihuana. Los hindús usan el Bhang (hojas secas de la planta tanto femenina como masculina), El Ganja (compuesto por hojas y flores de la planta femenina) y el Charas (formado únicamente por resina de cannabis). Afirman que los tres curan la lepra, ayudan a conciliar el sueño, son afrodisíacos, neutralizan los dolores ciáticos, calman la histeria y mitigan las inflamaciones. Sólo entrado el siglo XIII se reconoce a la marihuana como estupefaciente. Hasta ese momento, ninguna civilización conocida negaba la marihuana medicinal.
Y entre este pasado y un futuro esperanzador, encontramos en el presente un nutrido grupo de médicos, activistas, asociaciones, pacientes e investigadores que no cesando en su constante interés por reivindicar la marihuana medicinal trabajan día a día con el fin de que todos tengamos a nuestro alcance lo que el cannabis fue y es: una medicina.
A partir del Convenio de Ginebra de 1925 en el que se incluye al cáñamo y la heroína entre las drogas hasta entonces establecidas, opio, morfina y cocaína, los extractos de cáñamo o resina ya no se venden de modo libre y legal en las farmacias. Hay que destacar que dicho Convenio no prohibía el empleo de la marihuana, sino que solo lo restringía a “fines médicos, científicos y terapéuticos”.
¿Por qué entonces dejó de emplearse? ¿Acaso dejaron de haber enfermos necesitados? ¿Quizás han desaparecido enfermedades como la migraña, la epilepsia, el dolor de oído, la esclerosis, el glaucoma, el asma o las depresiones? Nada más lejos de la realidad. ¿Acaso hemos encontrado otros medicamentos que superan en efectividad al cannabis en algunas dolencias? En absoluto. Siguen existiendo patologías que no reaccionan a nada conocido excepto a la marihuana, hay multitud de pacientes que no toleran ciertos fármacos y que sí muestran reacciones positivas frente al cannabis sin padecer efectos secundarios (SIDA, artrosis, inhibición de náuseas en tratamientos de quimioterapia). En estos casos, es cuanto menos “curioso” que no se reconozca y admita la marihuana medicinal.
En una sociedad que se vanagloria de no negar asistencia médica a ningún ser humano, es chocante observar como sí se les niega la medicina. Señoras y señores, no es suficiente con diagnosticar, hay que ofrecer soluciones, hay que aliviar y si es posible curar.
¿En qué clase de casta nos hemos convertido? En una que admite la venta de “Sativex”, medicamento que basa su contenido en extractos de marihuana, pero con un precio que supera con creces al cannabis natural. ¿Qué diferencia al Sativex de la marihuana? Un margen de beneficio que queda en las arcas de las industrias farmacéuticas, las mismas que se oponen como al mismísimo diablo al cultivo y comercialización de marihuana natural. Curioso…
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿En que la marihuana medicinal es legal o no? Bueno, sí, pero sólo si la venden las grandes empresas farmacéuticas camuflada bajo un nombre comercial registrado por cuatro gatos muy ricos que lo serán más. Ricos, no gatos.bueno, algunos seres humanos.
Los mismos que se encargan de difamar y embrutecer el nombre de la Marihuana. Que el cannabis no está bien visto es cierto, pero desde luego no es culpa del cannabis, que no ha hecho más que ayudar al ser humano a hacer más llevaderos sus dolores a lo largo de miles de años. Si ahora tiene mala fama es porque “alguien” se ha encargado, en su propio beneficio, de mancillar sus virtudes para engrandecer un defecto humano, la avaricia.
Intereses económicos que a lo largo de casi todo el siglo XX han prevalecido sobre la generosidad de la naturaleza.
La marihuana medicinal tiene que dejar de ser un mito para convertirse en una realidad al alcance de todos los que la necesiten, así fue en el pasado y así debería volver a ser en el futuro.
Otros temas :
EL cultivo del Marihuana / Los Nutrientes
Pero seamos fieles a la realidad, el cannabis tiene importantes aplicaciones beneficiosas para la salud. Negarlo sería volver la espalda tanto al pasado como al futuro. La marihuana medicinal es un hecho.
A lo largo de la historia, la práctica totalidad de civilizaciones han considerado el uso de la marihuana con fines medicinales: desde China hasta la India, pasando por Egipto, Asiria, Persia, Tíbet, Grecia, Israel, y un largo etcétera, muestran evidencias documentadas de la marihuana aplicada al uso terapéutico. Veamos algunos ejemplos:
Se conservan tablillas de arcilla pertenecientes a los asirios, en las que se menciona el “Azallû” (semillas de cannabis) como remedio contra hinchazones, contusiones, enfermedades de los ojos, depresiones, impotencia, cálculos renales o para facilitar contracciones en partos difíciles. Los mismos asirios, echaban hachís sobre piedras calentadas al fuego, en habitaciones cerradas, para inhalar el humo y adormilarse.
El papiro Ebers, considerado el tratado médico más importante del antiguo Egipto, conservado hoy en día en la universidad de Leipzig, relata la aplicación del cannabis por vía oral, anal y vaginal.
El legendario emperador Shen.Nung, en un libro de fármacos escrito en el año 2.737 A.C., prescribe la resina del cáñamo como remedio contra la gota, el reuma, la malaria, la gripe y los desmayos. El “Ma”, que es como llaman los chinos a la marihuana, tiene una interminable lista de aplicaciones medicinales, por lo que se reconoce al cannabis como planta sagrada.
El Canon Medicinae, escrito por Ibn Sina en 1.012, es considerado hasta el siglo XVII la obra de referencia más completa de la medicina. En esta colección de libros árabes, se hace alusión al empleo de la marihuana para enfermedades como la epilepsia o la migraña.
En los tiempos de Buda (560 A.C.) se practicaban en el Tíbet complicadas operaciones de cráneo y abdomen utilizando como anestesia nuestra querida marihuana.
Los tracios, echaban al fuego la parte superior de la planta del cáñamo (las flores), con fines sedantes y somníferos.
En Grecia, Plinio el Viejo mantenía que las raíces del cáñamo hervidas en agua aliviaban los calambres y la gota, y que aplicado en crudo, calmaba las quemaduras. Su contemporáneo Dioscórides, autor de “Cáñamo cultivado”, tratado de farmacología que durante más de 1.500 años fue el principal referente en Europa, afirma que la marihuana es un buen remedio para el dolor de oído.
Para los Vedas no hay discusión sobre las propiedades curativas de la marihuana. Los hindús usan el Bhang (hojas secas de la planta tanto femenina como masculina), El Ganja (compuesto por hojas y flores de la planta femenina) y el Charas (formado únicamente por resina de cannabis). Afirman que los tres curan la lepra, ayudan a conciliar el sueño, son afrodisíacos, neutralizan los dolores ciáticos, calman la histeria y mitigan las inflamaciones. Sólo entrado el siglo XIII se reconoce a la marihuana como estupefaciente. Hasta ese momento, ninguna civilización conocida negaba la marihuana medicinal.
Y entre este pasado y un futuro esperanzador, encontramos en el presente un nutrido grupo de médicos, activistas, asociaciones, pacientes e investigadores que no cesando en su constante interés por reivindicar la marihuana medicinal trabajan día a día con el fin de que todos tengamos a nuestro alcance lo que el cannabis fue y es: una medicina.
A partir del Convenio de Ginebra de 1925 en el que se incluye al cáñamo y la heroína entre las drogas hasta entonces establecidas, opio, morfina y cocaína, los extractos de cáñamo o resina ya no se venden de modo libre y legal en las farmacias. Hay que destacar que dicho Convenio no prohibía el empleo de la marihuana, sino que solo lo restringía a “fines médicos, científicos y terapéuticos”.
¿Por qué entonces dejó de emplearse? ¿Acaso dejaron de haber enfermos necesitados? ¿Quizás han desaparecido enfermedades como la migraña, la epilepsia, el dolor de oído, la esclerosis, el glaucoma, el asma o las depresiones? Nada más lejos de la realidad. ¿Acaso hemos encontrado otros medicamentos que superan en efectividad al cannabis en algunas dolencias? En absoluto. Siguen existiendo patologías que no reaccionan a nada conocido excepto a la marihuana, hay multitud de pacientes que no toleran ciertos fármacos y que sí muestran reacciones positivas frente al cannabis sin padecer efectos secundarios (SIDA, artrosis, inhibición de náuseas en tratamientos de quimioterapia). En estos casos, es cuanto menos “curioso” que no se reconozca y admita la marihuana medicinal.
En una sociedad que se vanagloria de no negar asistencia médica a ningún ser humano, es chocante observar como sí se les niega la medicina. Señoras y señores, no es suficiente con diagnosticar, hay que ofrecer soluciones, hay que aliviar y si es posible curar.
¿En qué clase de casta nos hemos convertido? En una que admite la venta de “Sativex”, medicamento que basa su contenido en extractos de marihuana, pero con un precio que supera con creces al cannabis natural. ¿Qué diferencia al Sativex de la marihuana? Un margen de beneficio que queda en las arcas de las industrias farmacéuticas, las mismas que se oponen como al mismísimo diablo al cultivo y comercialización de marihuana natural. Curioso…
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿En que la marihuana medicinal es legal o no? Bueno, sí, pero sólo si la venden las grandes empresas farmacéuticas camuflada bajo un nombre comercial registrado por cuatro gatos muy ricos que lo serán más. Ricos, no gatos.bueno, algunos seres humanos.
Los mismos que se encargan de difamar y embrutecer el nombre de la Marihuana. Que el cannabis no está bien visto es cierto, pero desde luego no es culpa del cannabis, que no ha hecho más que ayudar al ser humano a hacer más llevaderos sus dolores a lo largo de miles de años. Si ahora tiene mala fama es porque “alguien” se ha encargado, en su propio beneficio, de mancillar sus virtudes para engrandecer un defecto humano, la avaricia.
Intereses económicos que a lo largo de casi todo el siglo XX han prevalecido sobre la generosidad de la naturaleza.
La marihuana medicinal tiene que dejar de ser un mito para convertirse en una realidad al alcance de todos los que la necesiten, así fue en el pasado y así debería volver a ser en el futuro.
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